martes, 24 de mayo de 2011

Mrs. Poppy y sus andanzas

Tranquila, Mrs. Poppy, a todos nos pasa

En la profundidad de sus horas, Mrs. Poppy busca una respuesta y se sienta a escribir.
"La respuesta al por qué tal malestar cuando cae la noche. ¿Por qué los segundos pálidos, llenos de miedo, todavía no se pueden dormir? ¿Por qué ese sentirse aferrado al pasado? ¿Por qué ese nudo en la garganta, esa respiración maligna, ese insoportable silencio?
¿Por qué la clara sensación de vacío en el pecho, el ir y venir de las sábanas, las gotas de llanto hijas de la desesperación? ¿Por qué ese no saber a dónde ir y de dónde se es? ¿Por qué si me porto bien Papá Noel no existe y la reciprocidad murió hace rato? ¿Por qué este esperar -vaya uno a saber qué- entre el tedio de las horas diarias? ¿Por qué tanta oscuridad incomprendida, solitaria, agarrándome la mano y perdiéndome entre la multitud? ¿Por qué, realmente quiero saber por qué tanta multitud transparente (por no decir invisible) haciéndonos creer que existen? ¿Por qué el deseo de apagar la mente y que esa máquina ubicada ahí deje su bullicio? ¿Por qué tanta ida y vuelta de recuerdo de infante que uno no sabe si se escribió igual o la memoria le falla? ¿Por qué entonces, repito, tanta oscuridad incomprendida? ¿Por qué la melancolía tiñéndose en la esencia, llevándose el color?
Pero lo que más deseo saber es por qué... ¿Por qué este escribir para sentirme un poco menos sola, para que mis palabras hagan menos ruido adentro, para que el sueño me gane por cansancio? Quizás sea preciso entregarme a la sencillez de siempre y que la oscuridad me acompañe y que el sueño me gane por cansancio y hasta soñar con multitudes invisibles para despertar con un nudo en la garganta y el sol de la mañana lo alivie con su rutina para que sean las diez de la noche y yo vuelva a hacerme preguntas que me cansen y me hagan dormir a veces llorando, desesperada, perdiéndome en el sonido de mi respiración cada vez más costosa y ese nudo en el pecho que sólo se alivia..." Y hace una pausa. "A veces, hay cosas que no se alivian con nada"; se la escucha decir resignada, en voz bajita.
"Pedido número veintiséis de que alguien, quién sea, se quede al lado mío para poder dormir": titula su texto. Agarra su osito de peluche, lo abraza y cierra los ojos. Pero, cuando las cámaras se apagan, da un par de vueltas en su cama y se la oye llorar por lo bajo... es que, ya se sabe, hay realidades populares que ni las cámaras quieren ver. Tranquila, Mrs. Poppy, a todos nos pasó alguna vez...

Evelyn Reggina.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Mrs. Poppy y sus andanzas

Mrs. Poppy y algún título que dé miedo.

Eran más o menos las tres de la mañana cuando sonó el timbre de la casa de Mrs. Poppy. Pero nadie contestó. Se escuchaba sonar el teléfono... pero tampco lo contestaban. Manchas rojas invadían las paredes blancas... mientras que el jazz de fondo que se repetía no dejaba de aturdir el ambiente.
La puerta trasera estaba abierta; había sido violada. Y la oscuridad de la madrugada no daba respuestas sobre el criminal que había atacado la casa de Mrs. Poppy. El televisor se enciende y se apaga dos veces, pero las imágenes son poco claras. En la cocina se distingue el desorden de alguien que entró a buscar algo. Más rojo en el piso. Los cuadros de la pared anuncian la presencia del poco disimulado, probablemente persona nerviosa que no se dio cuenta de que los había ido arrojando al suelo con un fuerte roce de brazo.
En las escaleras hay un gaván que no pertenece a Mrs. Poppy. De repente; la música para. Se escuchan pasos, cada vez más rápidos. Se abre la puerta. Mrs. Poppy está en la cama, tapada hasta la cabeza con sus sábanas azules. Tiembla de miedo. El asesino dispuesto a atacar y...
Y de repente despierta. Abraza su peluche, se sienta asustada en su cama, mira para todos lados y le dice a la cámara 1: "Definitivamente... no más películas de terror antes de dormir".
Luego aparece un cartel de The End, las luces que se apagan, las cámaras que ya no filman, ¿y ella? Ella sigue sin poder dormir...

Evelyn Reggina.

Para conocer más a Mrs. Poppy:

domingo, 1 de mayo de 2011

Soledad y las historias de una mujer cualquiera

Capítulo III: Benjamín.

Quizás si hubiera callado cinco minutos más hoy estarías acá... relatándome tonterías, cantándome otras; o simplemente callando a mi lado. Pero no. ¿Será por eso que no te gustaba mi nombre?
La Soledad se vuelve el peor enemigo de alguien en invierno. El peor enemigo si aún extrañás el perfume natural de alguien, si aún necesitas chocolate para poder sonreír y si cualquier cosa te hace llorar.
"Eran tiempos difíciles", dijiste. Pero mis tiempos son más difíciles sin vos. Y todavía no estás.

No sé bien por qué pero todas las luces de Buenos Aires se fueron apagando. Y yo me apagaba con ellas. Uno de esos días me pareció verte cerca del último bar donde te vi cantar. Pero no. Todavía no sé bien si eras vos o era yo la que estaba equivocada... pero puedo recordar que en esa época no te gustaban las frases cliché excepto una: "Nada es para siempre". Y hoy... hoy es esa maldita frase la que termina de destruirme. Ya no me queda nada más que una carta y un encendedor que te pertenece, pero la carta nunca termina de convencerme; y el encendedor... El encendedor lo necesito para alumbrar la oscuridad que soy sin Vos (o para tener algo que nunca me haga olvidar que un día fuimos luz).

Se llamaba Benjamín, tomaba té y no le gustaba el café. Se llamaba Benjamín y sólo usaba medias de color azul. Se llamaba Benjamín, pero olía a olvido. Y me olvidó...

Evelyn Reggina.