viernes, 17 de diciembre de 2010

Casa de Cambio de Parejas

-Hola, sí, buenos días, ¿en qué podemos ayudarle?
-¿Me estoy comunicando con la Casa de Cambio de Parejas?
-La misma. Usted trae a su pareja, nosotros la pulimos, mejoramos todo lo que a usted no le gusta y a fin del proceso le devolvemos al usuario con el presupuesto del operativo que podrá abonar en la calle Serrano o por nuestra página de Internet. ¿Alguna duda?
-Ehh... mi pareja, digamos... ehh...
-¿Qué nos quiere decir, señorita? Nuestras técnicas son de lo más ortodoxas.
-¿Christian va a sufrir algún daño? ¿Lo van a lastimar?
-No, no, no se preocupe señora. Mañana temprano, cuando su prometido salga a trabajar, nuestra camioneta lo va a interceptar en el camino. No le vamos a causar muchas molestias.
-Bueno, si usted lo dice...
-Mire que si tiene dudas y no está segura el operativo no se realiza, eh. Es una verdadera lástima.
-No, no, está bien. Perfecto. Mañana será.
Y hoy es mañana. Christian se levanta, besa a su novia que lo mira con culpa y repite la rutina diaria.

-Bueno, si me pide así le cuento. Pero le digo que si no fuera por el berrinche que arman los anteriores pacientes, usted ni se habría enterado. Lo que pasa es que lo tienen que experimentar para entenderlo, ¿vio? ¿Hace falta decir lo que pasó después?
Sí, la camioneta. Pero le aseguro que nosotros ni lo tocamos al pibe, eh. Hicimos lo que hacemos siempre, ¿viste? Dejamos que critique sin fin todo lo que le molesta de su pareja, que en realidad no son más que cosas que no acepta de él mismo y una vez que los identificamos, pulimos esos defectos lo más que podemos. Porque en realidad nosotros no le lavamos el cerebro a los clientes, lo único que hacemos es tratar de que cambien todo lo que la pareja anunció que le molestaba. Nada fuera de lo normal.
Al principio fue fácil, porque eran los problemas básicos: celos, complejos de inferioridad, fantasmas de hace tiempo, la típica, ¿vio? Pero después se complicó porque ella empezó a extrañarlo y llamaba a la agencia todos los días. Nosotros le explicamos que el proceso no tiene marcha atrás pero ella lloraba y decía que justamente eso extrañaba: los defectos de Christian.
¿A vos te parece? Y eso que nuestra secretaria le dijo que si no estaba segura no accediera y qué sé yo... Pff... Bueno, la cuestión es que cuando largamos al pibe era perfecto (o casi), pero te juro, le juro que habíamos podido sacar todo lo malo, lo que a ella la hacía infeliz (o al menos eso pensaba).
Entonces cuando se reencontraron ninguno de los dos se reconocía, ni siquiera recoraban por qué estaban juntos. Y la mina llamaba de vez en cuando para gritar: "¡Hijos de puta! ¡Devuélvanme a Christian! ¿¡No se dan cuenta que no se puede cambiar a alguien!?".
Todo eso le pegó mal a la pobre, pero bueno, qué sé yo. ¿A vos, digo... a usted le parece, che? ¡Eso que le preguntamos, eh! Pero bueno, eso no pasa en la mayoría de los casos, así que quédese tranquila, señora. ¿Mañana entonces?
-Eh... ¿mañana? Bueno, eh... sí, creo que mañana.

Y la historia, en la Casa de Cambio de Parejas se repite. Sigue igual. Mientras un cartel en la puerta anuncia: "Sólo para los necios que todavía no aprendieron a amar de verdad". Nada nuevo bajo el Sol.

Evelyn Reggina.

1 comentario: