martes, 14 de septiembre de 2010

La realidad

Prometió esperarlo toda su vida. Pero él nunca volvió. Y entonces cada noche mira su foto. ¿Dónde estará? ¿Cómo se verá la luna desde su ventana hoy? ¿Se habrá vuelto a encontrar con mis cartas en su cajón?
Cada mañana me sentaba en el umbral esperando que pases y sonrías. Y, a veces, hasta te mandaba cartas esperando respuestas. Pero nunca llegaban.
Por la tarde iba al mismo cine al que íbamos juntos y más de una vez me pareció verte. Pero nunca te acercaste.
A la noche siempre te escribía. Pero jamás me animé a publicar algo de eso. A veces cenaba pensando que vos estabas ahí, en la silla de en frente, hablándome de política. Antes de irme a dormir, comía los mismos bombones que solíamos tomar de postre juntos y dormía abriendo tu lado de la cama.
Lavaba tu ropa, la secaba, la planchaba y ordenaba por color tu lado del placard. Almorzaba lo que te gustaba comer los viernes y a veces hasta terminaba las historias que habías comenzado a escribir pero no llegaste a terminar.
Cuando me sentía sola, me ocupaba de llenar tu espacio con almohadas y ver nuestra película favorita.
Pero un día en un papel... "Hace más de un año que falleció Hugo, ¿cuándo te vas a dar cuenta?".
Y entonces mi película y tu cine y la comida, las sábanas, la ropa y el placard, la política y los bombones... todas estas imágenes pasaban por mi mente... y se iban perdiendo. Te ibas perdiendo.

Evelyn Reggina.

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