lunes, 30 de agosto de 2010

¡Pobre Alejandra!

¡Hay tantos temas para los que escribir! Pero Alejandra se reduce a mascar chicle y pintarse las uñas de rojo.
Algunas veces siente preocupación y tiene miedo. ¡Mirá si se le corre el maquillaje!
¿Pensar? No, no existe para ella. Quizás puede hacerlo cuando decide qué ponerse y cómo peinarse -sino es que por ella deciden sus amigas-.
Su padre no la aguanta más. ¿Y su madre? ¡Su madre es quién la acompaña en eso de la pubertad!
Es ella quién se esconde detrás cuando ríe de las demás por no ser igual.
Puede ser que a veces sueñe con salir en televisión y tener chicos atrás. Puede ser que se castigue unos días sin comer. Puede ser que su amiga con el mismo vestido en esa fiesta la haga llorar.
Quizás practica la misma danza que su vecina y estoy segura que hoy le gusta el rock y mañana el jazz.
Hay días en los que quiere hacerse la original y cambia el color de su uniforme. Inútil intento, nada esconde su mediocridad.
Hace las mismas quejas populares y se nutre con palabras de más.
¡Pobre Alejandra! Su ortografía me dice que su neciedad nunca la llevó a leer. ¡Pobre Alejandra! Es por eso mismo que nunca se va a enterar. ¡Pobre Alejandra! Ya llegará alguien que la haga despertar...

Evelyn Reggina.

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