viernes, 27 de agosto de 2010

V no siempre es por Vanguardia

Y dieron las tres de la tarde. No entiendo bien por qué todavía no comprendía lo amargo de mi soledad.
Debe ser que de nunca sentirla; de criticarla sin poseerla; de burlarme sin siquiera tocarla: me había elegido.
Me encontraba ahora yaciendo sentada alrededor de cuatro paredes que me rseultaban un tanto desconocidas, llenas de un verde que ya no era mío sino de alguien más y ese nudo en la garganta que a veces sí y otras no tanto.
¿Es que de tanto saborearla me había enamorado de ella? Debía realmente poder conectarme conmigo y alejarme de Vos. Debía, aunque sea, recuperar la magia... aunque por dentro sienta que tu lejanía me destruye y que las tres, las cuatro, cuatro y media, golpes en la puerta y yo que no quiero abrir.
Ya no puedo hablar con frases, ya no queda más que algún recuerdo que , por no querer recordar, va esfumándose (¿o agrandando cada vez más?). Y mi cabeza, harta de pensar, que te extraña pero no, que te amop pero nunca, que te sueña pero ni en sueños, no deja de tomar decisiones cada tres segundos. Tres o cuatro.
No me es sano ponerme a pensar tanto. Volvés a mi cabeza. ¿Por qué no te vás? Mirá, ahí tenés la puerta. Abro los ojos. Acá estás.
La puerta abierta, yo yaciendo en mi cama. Mis sábanas, su color, el perfume, mis paredes: no son más que una complicidad del alma.
¿Se puede vivir rodeada de cuerpos y sentirse sola? ¿Se puede respirar al lado de unos ojos verdes, pelos algo castaños, labios gruesos, abrazarte, besarte y sentirme vacía?
Te acercás. Me levanto, te beso. Abro la puerta. No entendés mi mirada. Iba a ser la última vez que te miraba y vos sin entenderlo. Sin entenderlo todavía.
Agarro tu mano, te empujo. "Perdón" y cierro la puerta. No sé si es un refugio personal o más bien un escape a la crisis, pero en mi cabeza empieza a sonar una canción que me hace sonreír.
No sé si seguís atrás de la puerta. No sé en qué estarás pensando. Pero, hay veces que para dejar de no saber, prefiero decidir.
No siempre la felicidad es una decisión... Se necesita sensibilidad y un poco de cotidianeidad. Se necesita ese clic que te hace reaccionar y unos cuántos hilos de Voluntad. Y, vos sabés... En este mundo vago, que por ser todos tan simples te dan la posibilidad de ser alguien interesante casi tan fácil cual comprar un boleto de avión; la Voluntad para crecer, para vivir, para despegarme de vos, para ser sola o simplemente para despertar... la Voluntad es lo que me sobra.

Evelyn Reggina

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